logo

Biografía

Autobiografía

Robert Cramond | Músico y Fotógrafo

El primer recuerdo que tengo de un instrumento musical fue durante un viaje. Tenía cinco años y me esperaban casi cuatro horas en coche por carreteras nacionales. Íbamos desde un pueblo interior en el sur de España hasta otro pueblo del sur que tenía mar y estaba a unos 300 kilómetros. Era finales de Junio y me dirigía con mis padres y mis hermanos a pasar las vacaciones de verano. Mi madre dijo algo así como: "Toma este Phoskito para la merienda, si quieres puedes abrirlo ya, viene con un juguete dentro que regalaban al comprar la caja... así te entretienes durante el viaje". Íbamos en un coche familiar gris tipo ranchera, un Talbot Solara: cuatro hermanos en la parte de atrás y mis padres delante. Un viaje de casi cuatro horas en coche por carreteras con curvas daba para mucho, incluso para vomitar (casi siempre me mareaba en los viajes). Mi madre me dio el Phoskito junto con una bolsa que me guardé en el bolsillo por si me mareaba y tenía que echarlo todo dentro. Además del dulce y la bolsa por si vomitaba, me dio el juguete que venía de regalo: era un teclado musical de plástico en miniatura de color amarillo con una pila de botón y una lámina táctil con unas teclas pintadas en blanco y negro. El juguete venía con una especie de partitura donde ponía "cumpleaños feliz"... y así fue como toqué un instrumento de música por primera vez. Tan solo recuerdo que pasé gran parte del viaje tocando las teclas diminutas con mis dedos diminutos, hasta que al final conseguí hacer sonar cumpleaños feliz en ese adorable organillo. Seguramente me llevé también alguna colleja de alguno de mis hermanos por ir todo el rato haciendo ruido con el juguete, pero había conseguido tocar la canción que venía en las instrucciones y me sentía feliz.

Lo siguiente que recuerdo fue también un verano, cuatro o cinco años después. Estaba pasando una semana en casa de mis tíos y una tarde me quedé solo. Aproveché para colarme en el desván que tenían junto al cuarto de mi primo, y allí, entre un montón de trastos viejos, había una guitarra española dentro de una funda de tela. La saqué de la funda y me pareció maravillosa. Intenté tocarla durante un rato pero tan solo conseguí hacer ruido. Aparte de que no tenía ni la más mínima idea de como se tenía que tocar una guitarra, ese instrumento llevaba años sin afinarse. Volví a dejarla en su sitio y me prometí a mismo que en algún momento tenía que aprender a tocar.

Al año siguiente le dije a mis padres que quería hacer la prueba del conservatorio y aprender a tocar guitarra y piano. Había visto un día en la tele a un pianista tocar la Sonata nº11 para piano de Mozart y quedé deslumbrado. Mis padres no me hicieron ni caso, es más, de forma sutil me prohibieron que pidiera información sobre cómo entrar en el conservatorio y me aconsejaron que me olvidara de la música... pero obviamente no lo consiguieron. Supongo que mi forma de rebelarme fue empezar a tocar el bajo en una banda punk cuando tenía trece años, aunque ese mismo año ya me había estrenado como aspirante a "músico" tocando la flauta durante la muestra de Villancicos que hacían en el colegio poco antes de navidad.

Lo de tocar el bajo me vino un poco de rebote, mi hermano mayor tenía uno y hacía años que no lo tocaba, como vio que me interesaba me regaló su bajo y su amplificador. Así fue como empecé. Formé una banda con los amigos del colegio y toqué con ellos durante algún tiempo. Con trece años escribí la letra de mi primera canción. Con quince di mi primer concierto tocando el bajo, grabé mi primera maqueta en un estudio y empecé a tocar la guitarra. Entre medias hubo algún intento de banda con los amigos del instituto de estilos tan variopintos como Black Metal o Rock Progresivo. Esos intentos no duraron más de un ensayo o dos, básicamente al final casi nadie tenía tiempo y tampoco teníamos locales de ensayo donde practicar. Con dieciocho conseguí un contrato para otra banda punk a través de un sello independiente y grabé un disco que nunca llegó a salir a la venta. La banda se separó poco antes. Ni siquiera me consideraba músico en aquella época. Después pasé unos años experimentando con otros instrumentos de música y otros sonidos, hasta que finalmente decidí aprender algo de producción musical, montarme mi propio home studio, hacer música instrumental y mezclar los estilos que más me gustan: música clásica minimalista, ambient, trip-hop, post-rock, new wave, electrónica, música celta, new age, dream-pop... y casi cualquier cosa que se me ocurra. Y es ahora, solamente ahora que llevo veinticinco años haciendo música, cuando he empezado a considerarme músico.

Mi único objetivo es componer música que ayude a sanar almas enfermas (soy un entusiasta de la musicoterapia). Desgraciadamente, en el mundo consumista y capitalista en el que vivimos, ese tipo de almas cada vez abundan más.

Con la fotografía empecé hace quince años, recuerdo que siempre me quedaba embobado de niño mirando el escaparate de la tienda de fotos que había en el pueblo donde me crié. Fantaseaba con tener una de esas cámaras, aprender a utilizarla e inmortalizar cualquier instante que se me pasara por la cabeza, hasta que un día compré mi primera cámara, estudié fotografía y empecé a hacerlo.

Me apasiona tanto la fotografía que intento practicar todas las temáticas posibles habidas y por haber... si bien es cierto que tengo especial predilección por capturar el "paisaje social" de la época que me ha tocado vivir. Una época tan apasionante como aborrecible. Próximamente añadiré una nueva serie con fotografía deportiva, rescatando algunas fotos antiguas y otras nuevas.

Madrid, 30 de Marzo de 2021.

Volver a portada